En lugar de decir «Siempre llegas tarde», puedo expresar: «Me gustaría que, si llegas tarde, me avises al menos una hora antes».
En vez de decir «Siempre te quejas», puedo decir: «Me gustaría que esta tarde busquemos soluciones sobre este tema juntos».
En lugar de decir «Eres muy desorganizado», puedo expresar: «Necesito que hablemos de cómo vamos a mantener el orden».
Este ejercicio se centra en expresar mis necesidades de manera clara y asertiva, fomentando una comunicación más abierta y constructiva.
En lugar de decir «Nunca entiendes mis sentimientos», cambio a «Yo siento que a veces mis emociones no son comprendidas».
En lugar de decir «Siempre me ignoras cuando hablo», cambio a «Yo me sentiría más valorada si pudieras escuchar cuando estoy hablando».
En lugar de decir «Nunca haces lo que prometes», cambio a «Yo me sentiría más segura si pudiéramos cumplir nuestras promesas mutuas».
En lugar de decir «Siempre te olvidas de mis logros», cambio a «Yo apreciaría que reconozcas mis logros de vez en cuando».
En lugar de decir «Siempre me criticas», cambio a «Yo necesito más apoyo y menos críticas para sentirme motivada».
En lugar de decir «Nunca me preguntas cómo fue mi día», cambio a «Yo me sentiría más conectada si mostráramos interés mutuo en nuestras experiencias diarias».
En lugar de decir «Siempre te enfocas en lo negativo», cambio a «Yo preferiría que pudiéramos destacar lo positivo en nuestras conversaciones».
En lugar de decir «Nunca ayudas con las tareas del hogar», cambio a «Yo me sentiría más apoyada si compartiéramos las responsabilidades del hogar».
En lugar de decir «Siempre tomas decisiones sin consultarme», cambio a «Yo valoraría más si pudiéramos tomar decisiones juntos como equipo».
En lugar de decir «Nunca consideras mis opiniones», cambio a «Yo me sentiría más valorada si nuestras opiniones fueran tomadas en cuenta de manera equitativa».